
Cuando estamos bajo el hogar de nuestros padres, o mejos dicho hospedados en el maravilloso "Hotel mama" hacemos caras y gestos de desagrado ante cualquier petición de nuestros papitos. Lavar la loza, barrer, trapear o hasta tender la cama donde reposamos nuestra humanidad, mientras nuestra mama esta cocinando el almuerzo de todos los de la casa, se nos vuelve un tormento.
mirandolo desde el lado razonable el 95% del tiempo de nuestras respectivas madres esta dedicado a nosotros los hijos y a las labores domesticas; mientras que nosotros utilizamos ese mismo 95% para nosotros mismos y peor aún, a veces lo dedicamos a personas que nisiquiera se merece un segundo de nuestro malgastado pero igualmente valioso tiempo.
La cosa es que cuando se nos acaba el hospedaje en el hotelito, todo cambia y anhearíamos sentir a nuestro lado una voz que nos diga: mijito como amanecio ¿tiene hambre? o poder sentarnos en el corredor de la casa a contar anecdotas de infancia o por lo menos deseariamos escuchar ese famoso grito " tómate la sopa carambaaa"
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